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La Llave

abril 29, 2024

Bajo la luz de la luna llena, se coloca de pie sobre el altar en medio del círculo megalítico, desnudo y rodeado por las doce piedras verticales

El momento tiene que ser exacto. Mira hacia las estrellas brillantes. “Hoy…” piensa, “…tomaremos el cielo por la fuerza.”

Sostiene la antigua tablilla de arcilla en su mano izquierda, listo para romperla contra el altar. “Nos echaste del cielo porque nos tenías miedo, viejo tonto. ¿De verdad pensaste que nunca encontraríamos la puerta? ¿Que nunca descubriríamos la llave?»

Las campanas de una iglesia lejana comienzan a repicar.

Uno… «Tus hijos han crecido.»

Dos… «Nos echaste del paraíso.»

Tres… «Tú, viejo patético.»

Cuatro… «Temiste al nuevo conocimiento en nuestros ojos.»

Cinco… «Temiste que pudiéramos superarte.»

Seis… «Temiste perder el control sobre nosotros.»

Siete… «Cerraste la puerta.»

Ocho… «Nos abandonaste a nuestra suerte.»

Nueve… “Bueno, hoy giramos la llave.”

Diez… «Prepárate, viejo tonto.»

Once… “Esta noche te haremos pagar.”

Doce…

Arroja con fuerza el antiguo trozo de arcilla contra la piedra bajo sus pies.

Las doce piedras a su alrededor comienzan a brillar. De sus labios escapa una carcajada al ver culminado el trabajo de toda su vida.

El resplandor se convierte en una luz cegadora. La puerta al cielo está abierta de par en par… Pero, pero… ¡Algo no está bien!

Una mirada de horror cruza por su rostro cuando súbitamente entiende el verdadero significado de los símbolos en la tablilla hecha añicos a sus pies.

¡Él es la llave, pero una llave no solo sirve para abrir una puerta! Intenta gritar, correr, es demasiado tarde…

El resplandor se desvanece, dejando tras de sí un círculo perfecto formado por trece piedras verticales.

Desde la oscuridad, un anciano entra en el círculo, toma la antigua tablilla de arcilla que reposa intacta en el altar, y vuelve a perderse en la noche.

El momento había sido perfecto. La cerradura ha sido girada una vez más. La puerta permanecerá cerrada el tiempo suficiente para que aparezca la siguiente llave y vuelva a cerrarla.

“Nos echaste del paraíso, viejo tonto, creyendo que imploraríamos por tu clemencia. Pero nunca esperaste que cerráramos la puerta detrás de nosotros.» Piensa el anciano con una sonrisa.

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