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Botas

agosto 18, 2023

Solo me enlisté en el ejército para impresionar a las chicas. «Un hombre en uniforme verá el mundo… y también hará que el corazón de cualquier joven damisela se detenga.» Eso había dicho mi amigo Mayford con un guiño de camino al cuartel de los Dragones de Su Majestad.

Mayford está muerto.

Vaya suerte. Apenas una semana después de terminar el entrenamiento básico, una maldita guerra decide estallar.

Ciertamente he visto el mundo, pero sólo como una masa de ruinas en llamas. Y los únicos corazones que se han detenido a mi alrededor hasta ahora son los de otros soldados en ambos lados de las trincheras.

También he visto MUCHAS botas.

Me he vuelto en una especie de experto en la materia. Los restos, tanto de amigos como de enemigos, después de cada batalla están tan destrozados que la única forma de saber quién es quien es por el tipo de botas que lleva puestas lo que queda de ellos. Ahora puedo distinguir a qué rango y país pertenecen los cuerpos destrozados a cincuenta pasos con solo ver sus botas. A veces esto me hace sentir un poco culpable, pero al menos esta afición morbosa me ha permitido mantenerme razonablemente cuerdo en medio de esta locura.

El sargento hace sonar el silbato, hora de tomar posiciones.

«Maldito seas, Mayford.» Murmuro entre dientes mientras lucho por levantarme bajo el peso del estorboso equipo de combate. Ocupo mi lugar en la fila empuñando mi rifle, sin encontrar gran consuelo en el frío acero.

Cuando el clarín resuena con la orden de atacar, me lanzo a la carga… preguntándome, como siempre, si esta vez será el turno de alguien más para clasificarme por mis botas.

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