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mayo 27, 2024

No tuvo tiempo de entender lo que pasaba, solo sintió un fuerte golpe en su sien antes de caer de la torreta y sumirse en la obscuridad.

Los cirujanos dijeron que había tenido mucha suerte. La bala anti-tanque se había hecho añicos al golpear el borde de la torreta. La única esquirla que lo alcanzó había atravesado limpiamente su casco, pero se detuvo milímetros antes de alcanzar su cerebro. Podría volver a la acción en un par de días.

Las cosas empezaron a ponerse raras algunas semanas después, cuando una patrulla se preparaba para salir a hacer su ronda. Volteó al verlos pasar por la puerta y se sorprendió al notar una telaraña de finas líneas rojas conectándolos a todos, excepto al soldado Williams, entre si. Confundido por esta extraña visión, no les quitó la vista de encima hasta que cruzaron la puerta de la base..

La patrulla no regresó. Apenas a dos millas del campamento alguien detonó una mina improvisada justo debajo de ellos. Encontraron a Williams en muy mal estado pero aún con vida. Al ser la retaguardia había estado más lejos de la explosión.

Dos días después, su unidad se reunió con uno de los jefes locales para negociar libre paso a través de su territorio. Volvió a ver las delgadas líneas rojas, esta vez uniendo al anciano y sus dos hijos… tres horas más tarde yacían muertos, emboscados por sus propios hombres justo a la entrada de su aldea.

A la semana siguiente las delgadas líneas rojas volvieron a aparecer. El equipo de comunicaciones estaba cambiando de turno. Tres hombres y dos mujeres salieron del búnker, todos enredados en la telaraña carmesí. Justo en ese momento, un proyectil de mortero estalló en medio del grupo.

Fue entonces cuando supo que tenía que decir algo. No había podido salvar esas vidas, pero tal vez podría salvar a otros.

Después de varias conversaciones con diferentes oficiales y médicos, lo dieron de baja con honores y lo enviaron a casa, no apto para el servicio por razones de salud mental.

Viendo pasar las nubes fuera de la ventanilla del avión que lo llevaba de regreso a casa, no dejaba de pensar en todas las vidas que podría haber salvado. Si tan solo hubieran escuchado. La voz de la sobrecargo lo sacó de sus pensamientos.

“¿Algo de beber, señor?”

Se volvió para responder, y se congeló de horror al ver una telaraña de finas líneas rojas fluyendo entre ellos.

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