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Recesión
agosto 14, 2023No era que la puerta principal estuviera abierta, más bien que estaba a punto de caer, apenas sostenida en su lugar por las bisagras oxidadas. De ella colgaba un solitario cartel, bajo capas de mugre podían leerse con cierta dificultad las palabras “PROHIBIDO EL PASO.” Esto no era exactamente lo que esperaba. Se quedó allí por un momento preguntándose qué hacer. ¿Quizás debería tocar? Se sorprendió a si mismo buscando un timbre y se sintió un poco avergonzado.
Estaba empezando a preguntarse si era la dirección equivocada cuando escuchó algo detrás de unos arbustos. Era el inconfundible sonido de alguien roncando. Al sonido se le sumó algo más a medida que se acercaba a la fuente, un fuerte olor mezcla de whisky y falta de higiene personal. Ahora estaba seguro de que definitivamente debía haber dado una vuelta equivocada en alguna parte del camino, esto no podía estar bien.
Lo encontró durmiendo detrás de lo que parecían los restos volcados de un podio. No solo estaba totalmente borracho, sino que también necesitaba desesperadamente un buen baño y una muda de ropa. Se quedó allí por un rato, observando en silencio al que parecía ser su único compañero en este lugar. Bueno… al menos había encontrado a alguien a quién pedirle indicaciones para encontrar el camino, si es que podía despertarlo de su profundo sopor etílico.
Lo sacudió suavemente al principio, luego un poco más fuerte. Un ojo se abrió y trató con cierto esfuerzo de enfocarlo.
«¡Lárgate!» Dijo una voz ronca por el alcohol detrás de la barba salvajemente descuidada. «Estamos cerrados.»
«¿San Pedro?» Exclamó sorprendido al reconocer repentinamente a la figura borracha frente a él. «¿Qué pasó aquí?»
“¿Qué diablos crees que pasó? Nos salimos del negocio. Quebramos. Cerramos el lugar y despedimos a todos. Eso es lo que pasó.»
“Pero ¿cómo pudo pasar esto? ¿Por qué nadie hizo nada para evitarlo?»
«¿Hacer algo como qué? Ya nadie quiere venir aquí. Échale la culpa a los representantes de ventas locales mal entrenados y sin supervisión si quieres, el hecho es que no tenía sentido mantener todo esto funcionando para los uno o dos clientes que lográbamos conseguir cada año. ¿Tienes idea de cuánto cuesta mantener este lugar?»
Miró a su alrededor, todo parecía abandonado y olvidado, cayéndose a pedazos por falta de uso.
“¿Pero, adónde fueron todos?”
«¿Tú sabes? Yo no.» Dijo el ángel encogiéndose de hombros. “Tal vez regresaron a sus casas, o se fueron a algún otro lugar. ¿Y a mí que me importa? La mayoría de ellos ni siquiera quería estar aquí de todos modos, sentían que era muy aburrido. La única razón por la que no se largaron antes es porque pensaban que estar aquí era mejor que la alternativa.”
“Pero yo SÍ quería estar aquí. ¿Qué se supone que debo hacer ahora? ¿A dónde puedo ir?»
El repentino ataque de risa incontrolable del ángel borracho lo sobresaltó. Cuando finalmente se detuvieron las carcajadas, vio como los ojillos en medio de la cara sucia brillaban con picardía.
«Lo lamento. Es solo que he esperado tanto tiempo la oportunidad de decir esto y me acabas de dar la entrada perfecta.”
«No vas a decirme que…» Dijo, sintiendo como si un balde de agua fría le cayera encima al sospechar lo que el ángel estaba a punto de decir.
«Oh sí.» Dijo el ángel, evidentemente divertido. «Puedes irte al infierno.»
El ángel dejó escapar un nuevo y largo estallido de risa, que poco a poco se transformó en un concierto de ronquidos mientras se cubría la cara con un enorme par de alas descuidadas. Se había vuelto a dormir.
No, esto definitivamente no era lo que esperaba del más allá. Se sentó al lado del ángel durmiente, tratando de pensar qué hacer. Con el rabillo del ojo distinguió entre la hierba el brillo dorado de una botella medio vacía de Wild Turkey. «Bueno, pues a la mierda.» Pensó, y cuidadosamente limpió la boca de la botella antes de darle un buen trago.