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Limite
noviembre 6, 2024Hacía calor dentro de la gruesa, torpe y pesada armadura. También era totalmente inútil; las pilas retorcidas de metal ensangrentado a sun alrededor lo hacían dolorosamente evidente.
Trató de no pensar en sus posibilidades de salir con vida del campo de batalla, solo sabía que cada explosión repentina y cada grito agonizante a su alrededor significaban que estas eran cada vez más bajas.
La cacofonía de órdenes desesperadas y contradictorias que salían de su comunicador no hacían mas que empeorar el temblor de sus manos.
Los proyectiles caían cada vez más y más cerca mientras buscaba desesperadamente en vano un lugar donde cubrirse. Maldijo su suerte, a sus estúpidos superiores, al enemigo, incluso a sus amigos moribundos. En su mente solo había el más puro y primario miedo de la muerte inminente.
Y fue justo en ese momento, cuando un misil apenas libró su cabeza, que tuvo una revelación. No tenía nada que perder… él ya estaba muerto.
Se puso de pie entre las ráfagas de fuego, apagó todos los sistemas y descendió tranquilamente del torpe gigante de metal.
De pronto, las balas que silbaban a su alrededor ya no le importaban. Por primera vez en su vida se sentía completamente libre.
El aire caliente, cargado de olor a cordita y metal caliente, llenó sus pulmones mientras encendía tranquilamente el último cigarrillo que le quedaba. Era tan agradable sentir la tierra quemada bajo sus pies.
Casualmente, arrojó la colilla por encima de su hombro, amartilló su rifle y lanzando un grito de batalla, se lanzó hacia el enemigo, corriendo entre remolinos de humo con total y salvaje abandono.