«¡Diablos! Estoy realmente jodido ahora, ¿verdad?»

El chico revolvió nerviosamente los pocos objetos que serían el total de sus posesiones materiales durante los próximos cinco años… tres si se mantenía alejado de los problemas lo suficiente como para que se considerara ‘buena conducta’.

El guardia sonrió y respondió alegremente.

«¡Por supuesto que no estás jodido, Roy! Solo tienes que portarte bien, mantente alejado de las malas compañías y saldrás de aquí antes de que te des cuenta».

El jovencito levantó la mirada tímidamente.

«¿De verdad lo cree, señor?»

«¡Por supuesto! No eres un mal chico, solo cometiste un error estúpido, eso es todo.»

Las gafas de espejo del guardia reflejaron la mirada de esperanza que cruzó el rostro del joven.

«¡Vaya, gracias señor! Haré lo mi mejor esfuerzo».

«Sé que lo harás, Roy. Ahora ve a las duchas y luego ve a reunirte con tu consejero en el edificio principal».

El guardia se detuvo ante la reja interior y observó al joven hasta que desapareció en el bloque de duchas.

«El chico no durará una semana. Está TAN jodido». Pensó mientras regresaba a la reja de acceso..

Dicen que hay un cartel a la entrada del infierno que dice; «Abandonad la esperanza todos los que aquí entráis»… eso es una tontería.

¿Qué sentido tendría el infierno si los condenados perdieran toda esperanza de salir de él algún día?

«Acabo de arruinar toda mi vida».

«No, no arruinaste tu vida, Jimmy. Sólo cometiste un error tonto, eso es todo».

Detrás de sus gafas de espejo, el guardia sonrió.