Cuentos →

Acertijos

julio 24, 2023

Los símbolos no se parecían a nada que hubiera visto antes. No guardaban relación con ninguna de las familias lingüísticas conocidas. Ella los había estudiado obsesivamente desde su llegada, pero todavía no podía encontrarles ningún sentido o patrón, nada que pudiera darle una pista de su significado. Estaba empezando a preguntarse si todo era una especie de broma cruel. El hecho de que tanto el instituto como el gobierno local siguieran presionándola para completar la traducción no contribuía a mejorar su estado de ánimo.

Era la única puerta que aún se interponía entre la expedición y la cámara principal del templo, y simplemente no podían abrirla. Intentaron todo menos volarla en pedazos, pero esta se negaba testarudamente a moverse. La respuesta, pensaron, podría estar en la extraña inscripción grabada en la puerta misma. Fue entonces que la llamaron.

Eso fue hace tres años. Ahora, con el patrocinio y los permisos locales a punto de agotarse, solo tenía una semana más antes de que todo el equipo tuviera que empacar y regresar a casa. La luna llena brillaba intensamente sobre el desierto. Sintiéndose totalmente perdida y derrotada, contempló en silencio el brillante disco plateado. «Tal vez la maldita puerta simplemente no quiere abrirse.» Pensó, mientras las lágrimas rodaban por sus mejillas.

«¿Por qué estás llorando?»

La voz la sobresaltó. Se volvió para encontrar a una pequeña niña parada justo a su lado. Seguramente estaba tan sumida en sus pensamientos que no la escuchó subir por el camino de grava crujiente que conducía al templo.

«Oh, no es nada.» Dijo, limpiándose las lágrimas.

“Nadie llora por nada. ¿Estas triste?»

«No estoy triste. Es solo que se supone que soy la mejor en lo que hago… y acabo de encontrar algo que no puedo hacer.”

“Esa no es una buena razón para estar triste o llorar. Hay muchas cosas que yo no puedo hacer y no lloro por ellas. ¿Qué querías hacer y por qué te hizo llorar?»

Su corazón se derritió al ver los grandes e inocentes ojos brillantes que la miraban con curiosidad.

“Estaba tratando de resolver un acertijo que me permitiría abrir una puerta. Soy la mejor del mundo resolviendo este tipo de acertijos, pero no puedo resolver este y ahora la puerta nunca se abrirá.”

«¿Y ya probaste tocar a la puerta?»

La inocente respuesta fue tan inesperada que, a pesar de su tristeza, la hizo reír. Pero la niña continuó con una voz muy seria.

“Bueno, es solo ser educado. Si yo cerrara mi puerta y alguien quisiera entrar, al menos me gustaría que tocaran primero.”

Se volvió para responder y se encontró sola en la noche del desierto. ¿Había sido un sueño? Una loca idea cruzó repentinamente por su mente. Corrió hasta el fondo del templo y golpeó suavemente la puerta.

Con un profundo gemido, las enormes hojas de hierro se abrieron lentamente.

¿Quieres hacer comentarios a lo que acabas de leer?